martes, 29 de marzo de 2016

Atentado en Bruselas

La fiscalía informa de que en el aeropuerto actuaron "probablemente" dos atacantes suicidas

Las autoridades buscan a un tercero.


El terrorismo islamista ha atacado este martes en pleno corazón de la UE. Un doble atentado reivindicado por el Estado Islámico (ISIS) dejó al menos 30 muertos y más de 230 heridos en Bruselas, tras un ataque suicida en el aeropuerto de Zaventem —uno de los más concurridos de Europa— y una explosión en una céntrica estación de metro, a un paso de las instituciones europeas. El alivio de haber capturado el pasado viernes al terrorista más buscado de Europa, Salah Abdeslam, se evaporó con un atentado de una formidable carga simbólica sobre dos de los enclaves más protegidos por las fuerzas de seguridad belgas. Desbordadas por un episodio inédito en Bruselas, las autoridades rehusaron ofrecer cifras oficiales de víctimas y buscaban activamente a un sospechoso del ataque en el aeropuerto.

Europa sumó este martes a los coletazos de la Gran Recesión y a la aguda crisis de refugiados el enésimo renacer de la amenaza terrorista. El ataque coordinado en el aeropuerto de Zaventem y en una de las estaciones del céntrico distrito europeo dejó una treintena de víctimas, más de 200 heridos y una sensación de pesadilla que recuerda poderosamente a los atentados de París del pasado noviembre y, salvando las distancias, a los de Londres y Madrid. Bélgica activó el nivel de máxima alerta. Colegios, hospitales, museos, transporte público y centros comerciales cerraron sus puertas o elevaron al máximo los niveles de vigilancia, y podrían seguir igual al menos hoy.

Varios países europeos reforzaron sus medidas de seguridad. Se cancelaron centenares de vuelos. Y los líderes políticos entraron en escena con discursos a medio camino entre la solidaridad con los belgas y la dureza con los terroristas. El primer ministro francés, Manuel Valls, habló abiertamente de una Europa “en guerra”. Con menor dramatismo pero la misma solemnidad se expresaron el presidente de EE UU, Barack Obama, el primer ministro británico, David Cameron, y la práctica totalidad de líderes europeos.


Bruselas era anoche una ciudad aturdida, con calles semidesiertas y una altísima actividad policial e incluso militar en diversos focos. La violencia madrugó. Empezó al filo de las ocho de la mañana, con dos explosiones en Zaventem, uno de los grandes aeropuertos de Europa, en las que murieron al menos una decena de personas. Ese ataque fue obra de dos suicidas, y de un tercer terrorista que la policía belga buscaba activamente al cierre de esta edición. Poco después, pasadas las nueve de la mañana, una tercera detonación segó la vida de una veintena de personas más en la estación de metro de Maelbeek, muy cerca de los cuarteles generales de la UE. Unas horas más tarde, la policía encontró una bomba sin explotar en una vivienda de Schaerbeek —uno de los barrios con mayor concentración de musulmanes de la ciudad, en el que se identificó, el pasado mes de enero, una guarida de Salah Abdeslam—, junto a productos químicos y una bandera del Estado Islámico. El ISIS reivindicó los atentados a media tarde.

“Temíamos los ataques terroristas, y ahora han llegado”, apuntó apesadumbrado el primer ministro belga, Charles Michel. Bélgica ya activó el nivel de máxima alerta durante varios días a final del año pasado, por el miedo a una réplica de los atentados de París. Entonces, la comunidad internacional puso a los belgas en la diana por la deficiente labor de sus servicios de inteligencia, y por las conexiones del distrito de Molenbeek —a dos pasos del centro histórico de Bruselas— con todos los grandes atentados de los últimos años, incluido el 11-M en Madrid. La detención de Salah Abdeslam, uno de los principales artífices del drama de París, pareció dar un respiro a las autoridades. Pero puede que eso fuera un espejismo: Bélgica y Bruselas vuelven a atraer todas las miradas.

Aunque no se trata de un ataque directo a las instituciones europeas, la deflagración en el metro a su paso por la estación de Maelbeek, parada forzosa de miles de trabajadores de las instituciones europeas que comienzan su labor a la hora en que se produjo el episodio, resulta simbólica. Máxime teniendo en cuenta que la seguridad reforzada que rodea a los edificios europeos desde los atentados de París, con policías y militares a la entrada, dificulta cualquier ataque a sus puertas. De confirmarse, se trataría del primer atentado que tiene como objetivo las instituciones comunitarias en sus más de 60 años de historia.

La perplejidad y la impotencia de este ataque quedaron condensadas en una comparecencia de la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini en Jordania. La jefa de la diplomacia europea, de visita en Ammán para hablar de la crisis de refugiados, rompió a llorar ante la prensa. “Es un día muy triste para Europa”, sintetizó.

Una gran nebulosa rodea la investigación sobre los dos atentados. Frente a la precisión con que las autoridades francesas fueron divulgando el número de víctimas el 13-N, el Gobierno belga no quiso ofrecer una sola cifra oficial. Las autoridades hablaron de un número “muy elevado” de muertos y heridos.

Tres jueces de instrucción especializados en terrorismo se hicieron cargo del caso, que consta de diferentes focos. El más claro, el del aeropuerto de Zaventem, arrojó a media tarde una fotografía de los tres principales sospechosos de los ataques —dos bombas y una tercera que no llegó a explosionar— en el aeropuerto belga. Dos de ellos fallecieron en los ataques suicidas, según la fiscalía, mientras al tercero “se le busca activamente”.

Más difuso permanece el escenario con el mayor número de muertes —20, según recuentos oficiosos—, la estación de Maelbeek. Un fuerte olor a pólvora recordaba, aun al final del día, la masacre vivida en el barrio europeo de Bruselas. Las autoridades no ofrecieron ningún detalle sobre lo ocurrido allí.

A raíz de los atentados, la policía hizo varios registros en diferentes puntos del país e identificó a varios testigos. El principal se produjo en el barrio bruselense de Schaerbeek, el mismo donde la policía belga identificó, el pasado enero, una guarida de Abdeslam. Este organismo, responsable de la investigación iniciada este martes y también de la rama belga del 13-N, anunció que no daría más datos para no entorpecer los trabajos de los agentes. Al igual que ocurrió con las pesquisas ligadas a los atentados de París, la fiscalía lanzó una alerta a los medios de comunicación para que no divulgaran detalles del caso.

En el aire quedan muchas más preguntas que respuestas. Habrá que ver cómo las resuelve Bélgica, con su medio millar de combatientes extranjeros —europeos que van a guerrear en el bando del ISIS— y los recelos sobre sus servicios de seguridad. Y habrá que ver cómo evolucionan las interpretaciones de algunos líderes políticos, con interés por vincular las llegadas masivas de refugiados y los atentados, como sucedió en París. Europa se juega mucho en esa multitud de crisis entrelazadas que este martes encapotaron definitivamente el cielo de Bruselas.



luns, 14 de marzo de 2016

Los ultras capitalizan en las urnas el descontento con Merkel por los refugiados


Alemania ha girado drásticamente hacia la derecha. Las elecciones regionales de este domingo han confirmado los peores pronósticos de la cancillera Angela Merkel con el auge de los ultraderechistas de Alternativa por Alemania (AfD). Sirviéndose de un profundo discurso populista y xenófobo, la formación ha dado un golpe sobre la mesa y ha obtenido unos resultados espectaculares en los comicios celebrados en los 'länder' de Baden-Württemberg, Renania-Palatinado y Sajonia-Anhalt, los primeros que se celebran en el país desde que Berlín abrió los brazos a los refugiados.
La principal derrota de la CDU se ha materializado en el próspero Baden-Württemberg. Por primera vez en su historia, los conservadores han perdido uno de sus principales bastiones al ceder alrededor de un 10% de los votos, situándose en el 27% con 42 escaños. Como indicaban las encuestas, los Verdes han afianzado su fuerza en el sur del país con un 30,3% y 47 escaños y los socialdemócratas del SPD han caído 10 puntos, hasta el 12,7% de los votos y los19 representantes. Eso hace que ambas fuerzas puedan mantener su gobierno de coalición progresista pactando con los liberales del FDP (8,3%). Mientras tanto, AfD ha entrado en el parlamento con un 15,1% de los votos, superando así a los socialdemócratas con 23 escaños.
Pero si en algún estado la ultraderecha ha capitalizado el descontento por la llegada de refugiados ha sido en Sajonia-Anhalt. El este de Alemania es más crítico con la política migratoria de Merkel y eso se ha traducido en los impresionantes resultados de AfD, que se ha enfilado hasta la segunda posición con el 24,4% de los votos y 25 representantes. Esa voluntad xenófoba también ha tenido una cara más radical aún con el apoyo del 3,2% de los votos al NPD, la formación neonazi que el Tribunal Constitucional está estudiando ilegalizar. La CDU sigue manteniendo el liderazgo con un ajustado 29,8% y 30 escaños. La caída del SPD, que pasa del 21,5% al 10,6% de los votos con 11 escaños, dificulta su coalición de gobierno mientras que Die Linke también pierde fuerza hasta los 16 escaños.
Renania-Palatinado ha sido el único land en que los socialdemócratas han sobrevivido. A diferencia de la sangría recibida en las otras dos elecciones, el carisma de su líder, Malu Dreyer, ha permitido mejorar un 0,5% los resultados de la formación hasta obtener el 36,2% de los votos y 39 escaños. La CDU ha retrocedido ligeramente (31,8% y 35 escaños) mientras que los Verdes se han deshinchado 10,1 puntos (5,3% y 6 escaños). Con el 12,5% de los votos y 14 representantes AfD se ha situado como tercera fuerza indiscutible y alternativa al stablishment.

PLEBISCITO SOBRE LOS REFUGIADOS
Más allá del auge del discurso xenófobo, las elecciones del 'superdomingo' también han ilustrado una mayor desconfianza en los dos partidos tradicionales, miembros de la gran coalición. Los comicios pueden leerse como un plebiscito sobre la política de refugiados de Berlín. “La catastrófica gestión de la cancillera ha abierto los ojos a los electores”, ha asegurado Frauke Petry, líder de AfD. Aún así, el cuadro es más complejo. En Baden-Württemberg, por ejemplo, la caída de la CDU ha ido acompañada de un crecimiento de los Verdes, formación que apoya la apertura de puertas a los solicitantes de asilo. Especialmente dura ha sido la sangría de los socialdemócratas (SPD). La aparición de la ultraderecha ha hecho que por primera vez este partido histórico no tenga apoyo suficiente para ser el socio menor de una gran coalición.
En la misma línea, durante la campaña se había vinculado directamente el auge de la ultraderecha con el descontento del ala más conservadora de la CDU con Merkel. A pesar de que hay una relación de voto tránsfuga entre ambas formaciones, el éxito de AfD también se debe a unos altos índices de participación que han superado en más de un 10% los niveles de las elecciones del 2011. Según ha apuntado ARD, el canal de rádio pública de Alemania, el partido populista ha obtenido más réditos de gente que no había votado en las anteriores elecciones que de simpatizantes de la CDU.
DE LAS CALLES AL PARLAMENTO
El pasado verano AfD sobrevivió a las disputas internas por su liderazgo y capitalizó la frustración de los sectores más conservadores del país con la apertura de puertas a los refugiados. Bajo el paraguas del controvertido movimiento islamófobo Pegida la formación ha llevado a cabo una agresiva campaña en contra de las directrices de Berlín que ha despertado la motivación de muchos alemanes. En algunos casos esa motivación ha ido más allá y se ha vinculado a afiliados del partido con agresiones a refugiados.
El auge de AfD supone de facto la mayor victoria electoral de la derecha populista en Alemania desde el reestablecimiento de la democracia y, a su vez, dibuja un escenario muy complejo en el país. Los resultados del superdomingo plasman el salto de la retórica xenófoba de la calle a las instituciones públicas, donde AfD aún no tenía a ningún representante.
En los años 80 el histórico líder conservador Josef Franz Strauss aseguró que “a la derecha de la CSU no puede haber ningún partido democrático legítimo”. El éxito de AfD rompe ahora con esa dinámica de la política alemana. El difícil juego de equilibrios políticos para formar coaliciones mostrará si la formación xenófoba sigue siendo repudiada por todos o sirve de muleta para llegar a pactos.

luns, 7 de marzo de 2016

Canadá alcanza objetivo de acoger  refugiados sirios

 El ministro de Interior canadiense había dicho que se pretendía traer entre 35 mil y 50 mil refugiados sirios a finales del año. EFE / Y. Kolesidis

 TORONTO, CANADÁ (29/FEB/2016).- El ministro de inmigración de Canadá, John McCallum, dijo el lunes que el país ha alcanzado un hito histórico con la llegada de 25 mil refugiados sirios y que prosiguen los trabajos para la integración de los sirios en la comunidad canadiense.

El funcionario estuvo en el aeropuerto Pearson de Toronto para la llegada de los últimos dos vuelos con refugiados que concertó el gobierno y que corresponden a un plan de reubicación que tiene un costo de 678 millones de dólares canadienses (501 millones de dólares estadounidenses) y fue impulsado por los liberales.

El programa de reubicación de refugiados dio inicio en noviembre, después de que el primer ministro Justin Trudeau asumiera el cargo y anunciara que para finales de 2015 el país habría acogido 25 mil refugiados con patrocinio gubernamental, mientras Occidente debatía intensamente qué hacer con las personas que huyen de la violencia en el Oriente Medio.

Trudeau después amplió en dos meses la fecha.

En Estados Unidos, el gobierno federal tiene previsto recibir a 10 mil refugiados sirios. Sin embargo, diversos gobernadores republicanos han intentado frenar la llegada de esas personas a sus estados después de los atentados que dejaron numerosos muertos en París y California.

El compromiso de Canadá refleja el cambio de gobierno después de las elecciones de octubre. El anterior gobierno, de extracción conservadora, declinó recibir a más refugiados sirios, a pesar de la lamentable imagen de un niño sirio de tres años ahogado cuyo cuerpo fue arrojado por las olas a una playa en Turquía.

El menor tenía parientes en Canadá y la crisis de los refugiados se convirtió en un importante tema de campaña.

McCallum había dicho previamente que pretendía traer entre 35 mil y 50 mil refugiados sirios para finales del año.